Es de todos bien sabido, la inmensa soledad que suele acompañar al protagonista de una novela negra, su habitual desclasamiento, su escepticismo, su manera de actuar al margen de lo que dicta la lógica, la moral y la conciencia de según cada cuál.
Intentando reflejar esta situación se me ocurrieron estas dos portadas: una con un protagonista en solitario, otra, en la que a pesar de estar rodeado, el protagonista se siente sólo, muy sólo.
Y nada mejor que un gran título de mi adorado Carvalho para ello: LA SOLEDAD DEL MÁNAGER.
Espero os guste. Más en…