
Gomorra es la sucesión. Otra manera de llamar al paso del tiempo.
Conclusión que he sacado tras pasar treinta y seis horas con la familia Savastano en esta histórica serie nacida del proscrito Saviano. Es el transcurso de la vida, en este caso especial por marginal, traicionera, cruel, violenta y demás tópicos aplicables a la existencia cuando la mafia toma las riendas. Sucede aquí y ahora, pero esa vida viene de algún sitio y se dirige hacia otro. La incógnita de sus detalles es lo que la hace interesante. El nombre es apropiado si con Gomorra se hace una analogía con la ciudad del antiguo testamento que fue destruida por la gravedad de sus pecados. Nápoles.
Es la historia de una manada, felina o humana que más da, donde el rey cae, se levanta, vuelve a caer, donde al final aspirantes nuevos se imponen en la cúspide y pagan asimismo el precio de intrigas y traiciones como lo hizo su antecesor. En este caso la historia se repite. Los tiempos se repiten al mismo tiempo que se abren paso, cambia para que nada cambie.

“Tenemos reglas, un código de respeto y él lo ha inflingido. Si no fuera yo, ya estaría muerto y no quiero hacerlo. Pero me merezco un resarcimiento. Si no, significa que lo que ha dicho el Nano lo pensáis todos y esto ya no sería una alianza, sino un lugar para escupir mierda sobre los demás. Y a mí eso no me interesa. Me marcho.”
Alianzas que cambian mientras van sembrando cadáveres. Quien antes era Ciro, ahora es Don Ciro. Quien antes era Don Pietro ahora es un Savastano de mierda. Pero no necesariamente para siempre. El tiempo no se detiene, el cambio en su propia esencia.
Hay detractores y defensores de las series frente al cine, para mí es una cuestión de duración. Cuando tienes una producción de treinta y seis horas, irresistible para según que frikis, las tramas profundizan más y alcanzan rincones donde un largometraje de hora y media nunca podría llegar. Permite expresarse mejor, matizar más, reflexionar sobre sentimientos y acciones, intimar con nuestros personajes. A veces, y este caso es uno de ellos, llegamos a una relación intensa con los principales, a meternos en sus cerebros y sus corazones de una forma que una película tiene mucho más complicado.

Ciro y Genny son los dos personajes que muestran esta potencia durante la incursión en el precipicio de la Camorra napolitana. Es la historia permanente de la creación y la destrucción. Nuevamente el tiempo. El camino desde las antiguas maneras, donde un Don respetado, elegante y omnipotente evoluciona hacia nuevos tiempos, más descarnados, más prácticos que se despojan de la sentimentalidad del antiguo régimen, pero no de su crueldad. Donde hasta la lealtad sucumbe a los nuevos tiempos.
Me he cansado de estar solo en el infierno.
Cuando se llega al final, tal y como me ocurrió con Breaking Bad, te quedas con la conocida sensación de vacío, de dejar amigos en un lugar que fue tu casa por muy violenta y cruel que fuera. Gomorra es grande, como el tiempo.
