Volvemos a las andadas con el equipo policial de la rue Les Innocents, una dirección con nombre muy apropiado para la peña que forma la camarilla bajo las órdenes de la comisaria Capestan.
Denostados por el resto de los policías de París por sacar a la luz los trapos sucios de los que no se libra nadie en la anterior novela, vuelven a la carga con un caso de asesinatos anunciados con antelación, entre los cuales se encuentra un oficial de la Brigada de Intervención del 36 de Quai del Orfèvres, que al mismo tiempo fue suegro de la comisaria Capestan. Un asunto con muchas ramificaciones en el tiempo y en el espacio, en el que un caso cerrado vuelve a abrirse a la vista de los recientes acontecimientos.
En esta aventura, nos adentraremos más en la vida personal de Anne, aprovechando que el caso que tiene entre manos le afecta de manera personal, al verse implicado su exsuegro, así como su exmarido al que le sigue uniendo un fuerte vínculo que la separación matrimonial no ha conseguido romper de manera definitiva. La implicación sentimental y emocional es alta y da a la novela un punto más reflexivo que la anterior.
También empiezo a pensar en un deseo crítico de Sophie Hénaff hacia el sistema policial francés, muy dado a mantener la jerarquía, el procedimiento, la legalidad. Una crítica sobre su funcionamiento utilizando para ello una grupo de lo más variopinto, pero de la que la comisaria consigue sacar el máximo valor a sus componentes. Es una directora eficiente que intenta llevar a cabo su labor de la mejor manera posible, superando todas las adversidades, incluidas las internas, con los, en principio, elementos más desterrados del sistema policial, demostrando que la efectividad no es una cuestión ni de expedientes ni de galones. Igual son imaginaciones mías.
Con la incorporación de miembros a la nueva brigada, más singulares de los que ya existían, la comisaria sigue defendiendo a capa y espada a su equipo, que todavía exhibe mayor surrealismo que en la novela anterior pero que lleva a buen puerto los asuntos que ponen en sus manos, eso sí, con sus propios métodos.
La brigada Capestán empieza a consolidarse como uno de los referentes de la novela negra, donde el humor y las situaciones absurdas tienen su peso en la trama y que recuerda a las novelas corales del género que trataron tan bien maestros como Westlake o Ed McBain en sus series de Dortmunder o de la comisaria 87, pero esta vez en tono francés.
Se hablará de esta saga, aunque en principio su editor francés Livres de Poche no tiene previsto que se sepa más títulos de esta especial brigada. Esperemos que reconsideren la situación. Sería una lástima quedarnos sin más entregas.
Título: AVISO DE MUERTE
- Nº de páginas: 336 págs.
- Encuadernación: Tapa blanda
- Editorial: ALFAGUARA