La primera serie francesa de Netflix, con grandes esperanzas puestas en ella, relata una historia política muy vista, de los comportamientos de los individuos que circulan por los asuntos públicos con muchas aspiraciones y pocos escrúpulos. No logra impresionar, es una trama tan flojita que, los que optamos por no mirar para otro lado, la hemos visto muchas veces y más cruda en la realidad que nos rodea.
Los complementos tampoco ayudan a aguantar la historia, subtramas que son bastante vulgares y corrientes y sin ninguna relevancia en los hechos, paralelas e independientes. Pasamos de una a otra esperando que se fundan en un sentido general, y eso no ocurre.
Los personajes, un tanto tópicos, e incluso caricaturescos alguno, como el interpretado por Benoite Magimel, que le da al malo de la película una sobreactuación de vileza teatral que me arrancó alguna sonrisa cuando debería estar recelando de sus planes. Sólo la grandeza de Gerard Depardieu mantiene un tanto la expectación y la curiosidad. Por cierto, Stéphane Caillard que interpreta a la hija del alcalde (Depardieu) «pa matarla también», insufrible.
Si que refleja la heterogeneidad de la sociedad marsellesa, esa composición que va de los altos a los bajos vuelos, a la diferencia entre franceses y árabes y al diferente papel que juegan, como refleja muy bien Jean-Claude Izzo en su trilogía. Una olla de ebullición llena de crimen y malas artes. Lástima que no quede integrada en su conjunto y que tantos los ricos como los pobres no participen en la trama a proporciones parecidas, en el fondo como ocurre en la realidad. Quien quiera siempre puede extraer el mensaje de que los pobres no pintan nada, ni siquiera en la serie.
No sé si intentaron hacer una House of cards a la francesa, como alguno se ha atrevido a comentar, pero desde luego les salió rana.
Intrascendente, entretenida y, como dices con un valor innegable: Gerard Depardieu tan grande como actor como en presencia física. Lo mejor, por no decir lo único, de la serie.
Un abrazo.
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Muy decepcionante Rosa. A veces hasta humorística con el Benoit este.
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