Brigada criminal. Ignacio F. Iquino. 1950.

Muchas cosas se han hablado ya de Brigada Criminal. Que si es una pionera del género criminal en España junto a Apartado de correos 1001. Que si fue nacimiento del cine negro barcelonés. Que si fue la catapulta de la productora IFI (Ignacio Ferrés Iquino que también es el director de esta cinta) para convertirse en el referente de la producción criminal y cinematográfica en general en este país durante la década de los cincuenta.

Es verdad, no se puede negar. IFI se convirtió en modelo de lo que se haría durante la década dentro del género. Cambió las maneras de hacer de años anteriores. Modernizó estéticamente, a la manera del norteamericano, pero al mismo tiempo encubría lo que el cine negro norteamericano proponía a los espectadores y que el español no podía permitirse. La salvaguarda de la conciencia nacional de postguerra. Nada de corrupción policial, nada de medias tintas, nada de crítica social.

Con brigada criminal se iniciaron nuevas maneras de utilizar la cámara, más documentalista, más exterior, más realista, utilizando como hacían otros esas luces y sombras que tanto apreciamos en Raoul Walsh o el mismo Orson Welles. Además se basa en sucesos de la actualidad periodística, pero solamente era una pura (o puta) manifestación estética. Un intento de asimilar los cánones únicamente formales del exterior y quien se atrevió a ver símiles con el neorrealismo italiano y con la veracidad. Cosas de estómagos agradecidos. El hábito no hace al monje. Para mí lo realmente importante de ese negro, noir o criminal, como queramos llamarlo, era la crítica de ese ámbito social en el que vivimos, que se nos muestre en su real dimensión.

Fernando, José Suárez, sale de la Escuela Superior de Policía de Madrid como agente de policía. Mientras se encuentra en un banco unos atracadores entran y perpetran un robo. Solicita encargarse del caso, pero sus superiores deciden que es demasiado pronto y le encargan el robo cometido en un garaje donde debe infiltrarse para capturar a la banda. Con un argumento convencional e ingenuo, la importancia del fin radica principalmente en su ideología, declarada en el primer fotograma:

Estas alabanzas eran habituales en el cine criminal de IFI. Y según Román Gubern, es «la primera apología abierta del cine español en honor de este cuerpo policial».

En seis películas del género de IFI (produjo veintitrés en la década) los policías son protagonistas. Intentó conseguir, con presupuestos bajos, algo de acción y espectacularidad, para mostrarnos las interioridades de un trabajo policial arquetípico e ideal que fue progresando con los años y profundizando en aspectos más humanos y psicológicos.

Pero parece ser que no fue todo objeto de una planificación concienzuda, muchos factores que hicieron posible la película fueron fruto del azar. Iquino declaró que la película «nació con la idea de darle trabajo a José Suárez que tenía contratado por algún tiempo. Quería convertirle en galán». Además, en vez de rodarse en Barcelona se hizo en Madrid y sus alabanzas hacia el estamento policial parecen ser que perseguían sobre todo conseguir buenas calificaciones de la censura lo cual, dado el sistema imperante, le permitiría acceder a más y mejores financiaciones y subvenciones. Era lo que había.

Lo peor de la película es su dependencia del mensaje que no permite extraer todo el potencial que tiene el argumento. Sin intentar disculpar ni tampoco criticar fue un extraño producto con una vanguardia estética dentro del cine español acompañada al mismo tiempo de un conservadurismo ideológico propio del periodo histórico en el que se produjo.

Los golfos. Carlos Saura. 1961.

cartel de la película

Que llegue un director como Carlos Saura a un blog de género negro no es muy común. Su gran trayectoria no está basada en él, lo que no significa que no hiciera sus incursiones. Los golfos es una prueba de ello, además fue su primer largometraje.

Teniendo en cuenta la época y las circunstancias en que se rodó la película, la dictadura del tio Paco, tiene una intrahistoria particular.  Dos veces fue devuelto el guion por la censura con más tachaduras que páginas tenía, por lo que Saura y Pere Portabella, productor, optaron por rodar las escenas eliminadas y presentar la película a Cannes, donde fue seleccionada y optó al premio a Mejor película, por lo que si bien se estrenó posteriormente en España siguiendo las directrices de la censura, el público extranjero y, una vez acabada la dictadura, el español pudieron disfrutar de ellas. Un acierto.

1960

En cuanto a la temática, la delincuencia juvenil, no se le había prestado mucha atención por parte de productoras y directores salvo alguna excepción, como Día tras día de Antonio del Amo (1951) que la aprovecharon para dar a la población una lección de moralidad y donde el arrepentimiento y la culpa eran los verdaderos temas bajo el prisma de la Iglesia.

Sin embargo, Carlos Saura con Los golfos, dio un paso adelante convirtiendo la cinta en un ejercicio de realismo crítico y social y olvidándose del realismo costumbrista practicado hasta el momento. Desde el primer minuto avisa «Esta película se ha realizado completamente en escenarios naturales» y éstos eran los barrios periféricos que absorbían los migrantes rurales y que se convertirían posteriormente en los barrios de El Vaquilla o el Torete.

Escenarios naturales de la película.

Para ello huye de compasiones y condescendencias, manteniendo la distancia de unos personajes interpretados por actores debutantes, a excepción de Manolo Zarzo, que aumentaba el realismo. Pero les daba lo que se les había negado hasta el momento, la dignidad humana, los medios para conseguir los fines podían ser canallas pero éstos eran generosos y bienintencionados, ayudar a un amigo a salir de la miseria. Quizá la única oportunidad. Hay cierta comprensión hacia sus actitudes.

Julián, Ramón, Juan, el Chato, Paco y Manolo son unos amigos del barrio que se dedican a pequeños hurtos en el mercado de Legazpi con el que ganarse algún dinerillo. Se presenta la oportunidad de que uno de ellos pueda llegar a ser torero con lo que todos urdirán un plan para recoger el dinero necesario para que pueda debutar, un plan poco honesto.

Así que nada de otra película franquista para entretener al personal y al mismo tiempo perpetuar ideologías. Con toros, un espectáculo al que se recurre habitualmente y una de los pocas oportunidades de abandonar la miseria en esa época. Pero en este caso sin cuento de hadas de final feliz.

Puedes verla aquí.

Detectives bajo el franquismo en el cine español.

El franquismo contra la figura del detective.

Marlowe interpretado por Bogart

El detective ha sido un pilar básico en el cine negro. En Estados Unidos la profusión de su figura llevó a crear verdaderos mitos como Spade o Marlowe. Sin embargo, en una España recién salida de la guerra civil, y con una censura franquista encargada de velar por la senda ideológica elegida para el pueblo español, el detective no era un personaje ni útil ni bien visto.

Esta incompatibilidad de la dictadura con el personaje se produce por varios motivos ideológicos.

En primer lugar, su misma existencia ponía de manifiesto cierta incompetencia de la policía, era inadmisible que la población tuviera que recurrir a un detective porque aquélla fuera incapaz de resolver un asunto en cuestión. Ni mentamos la posibilidad de corrupción.

Fotograma inicial de la película Brigada Criminal de Ignacio F. Iquino. 1950

Para justificar sus actuaciones el detective necesitaba indagar en el entramado social en el que se movía realizando, a veces sin pretenderlo, una crítica social de su entorno únicamente con mostrarlo, máxime si lo hacía a través de los ojos de ciudadanos o incluso de los delincuentes, aspecto tampoco muy agradable a ojos de la censura, que debía impulsar el «todo está bien» y el «aquí no pasa nada».

Tampoco se podía consentir fomentar un tipo social que se basaba en la ambigüedad, en cierta marginalidad. Típicos son los casos en los que el investigador desconfiaba de su cliente, que a su vez recurría a sus servicios porque tenía algo que ocultar, contando verdades a medias, y persiguiendo fines poco elogiables cuanto no directamente delictivos siempre al margen de las autoridades.

A menudo los rompecabezas a los que se enfrentaba el detective acababan convirtiéndose en problemas morales, lo que provocaba que se situara del lado de los marginados y más débiles en contraposición a los poderosos y adoptando posturas éticas muy particulares desacreditando a la autoridad y la justicia.

 Todo ello hizo que el personaje del detective/investigador, hasta en su vertiente más trivial fuera en nuestro cine residual y eludida.

Pero aún así se consiguió llevar adelante alguna película basada en su figura, despojándolas primero de las cualidades que hacían interesante al tipo de la gabardina y whisky en la mano. El resultado fue tan opuesto al arquetipo que clasificarlas como de cine negro o policial sería un tanto ofensivo para el resto del género. Yo creo que se sería mejor incluirlas en las listas de comedias.

Os quería hablar de tres películas en particular. La lupa de 1955, Detective con faldas, de 1962, y Crimen imperfecto, ya en 1970 al final de la dictadura. La primera dirigida por Luis Lucía, la segunda por Ricardo Núñez, y la tercera dirigida y protagonizada por Fernando Fernán Gómez.

La lupa, cuenta las peripecias de dos desgraciados que abren una agencia de investigación pensando en forrarse. Es una sucesión de casos independientes con finalidad moralista y humor blanco. En esencia trata de preservar la moral: el marido infiel en realidad no lo es, el cazadotes en realidad está enamorado y el malvado empresario tiene, en contra de las apariencias, un buen corazón.

Crimen imperfecto, cuenta la historia de Salomón (Fernando Fernán Gómez) y Torcuato (José Luis López Vázquez) que heredan del tío de uno de ellos una agencia de detectives encargada de asuntos prematrimoniales. Un asesinato, o lo que parece serlo, y su intento de esclarecimiento es el argumento de una película inmersa en la España desarrollista de los sesenta utilizando el sitecom como modus operandi y la minifalda como obsesión del españolito. Nada de cine negro, comedia de situación donde los protagonistas se ven abocados a resolver acontecimientos que les vienen grandes. Habrá quien quiera ver algo en ella pero no deja de ser el tipo de película que le ha dado mala fama a nuestro cine y que tanto cuesta de eliminar.

Por último, Detective con faldas se basa en la figura del escritor metido a detective. Es un espécimen un tanto raro, rodada en París y protagonizada por una gran Mary Santpere muy comedida en el papel de escritora de novela negra al estilo de una Miss Marple pero extrovertida y atrevida que se encargará de resolver un asesinato en que se encuentran implicados tanto su hija como su yerno. Adjudicar este papel a una mujer es uno de los aspectos destacados de la película. Quizás por ello la cinta hubo de rodarse en París, detective y mujer era demasiado para situarla en cualquier lugar de España.

Es la única película de las tres basada en una novela «Napoleón llega en el Clipper» de Luisa María Linares, escritora asociada principalmente a la novela romántica.

Y que además se puede ver libremente en youtube.

Una figura tan icónica, la del detective, que nos fue privada en el cine español por la censura de la dictadura franquista, como de tantas otras cosas.

El asesino de Düsseldorf. Robert Hossein. 1965.

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. Pero como ocurre muchas más veces hallada la excepción. El asesino de Düsseldorf está basada en la historia real de Peter Kürten, que se ganó la fama de «vampiro» al afirmar durante su juicio que había bebido la sangre de unas de sus víctimas. Leyendas.

Iba a contaros el argumento y las delicias de esta película, pero consultando la historia real de este serial killer me ha fascinado tanto su crueldad que me desvié sin querer hacia su historia real primero y después hacia como la contaron dos películas, que basadas en sus atrocidades, han pasado a la historia del cine. La realidad supera la ficción. Su figura eclipsa a las historias que se contaron sobre él.

Peter Kürten

Se trata de un asesino en serie de niñas, Peter Kürten, que actuó en 1930 y que llegó a enviar a un periódico local el mapa de la tumba de una de sus víctimas. Estos asesinatos hicieron que la ciudad de Düsseldorf viviera en un continuo estado de histeria. Nadie se atrevía a caminar solo por las calles de la ciudad.

Pero volviendo al cine, las dos películas que relataron sus fechorías fueron: M, el vampiro de Düsseldorf, la primera que hablaba de él, dirigida por Fritz Lang en 1931, la más fiel en cuanto al tipo de crímenes que cometió sobre niñas. Pero de igual manera es la que más se aleja de su verdadero final. Haremos un poco de spoiler.

Mientras que en la película M, el vampiro de Düsseldorf, éste es sometido a un juicio popular, popular en el sentido de un juicio sumario sin juez y con la mano diabólica de los ciudadanos como ejecutores y casi coetánea con el caso real, en El asesino de Düsseldorf, la película que nos ocupa, se ajusta más a su final, su detención, juicio y condena al aguillotinamiento producido en 1931, pero solamente lo sabemos al final de la cinta. Hossein presenta a Kürten como asesino de mujeres en la vida nocturna de esta ciudad alemana, sin niñas, al mismo tiempo que la singulariza en un momento histórico particular, el de la desestructuración de Alemania tras la primera guerra mundial y el auge del poder nazi de los años treinta. En ambas lo realmente importante es retratar su personalidad de este macabro asesino.

La historia real es imprescindible a la hora de visionar ambas cintas, que comparten muchas cosas en común, el ambiente siniestro, nocturno de premeditación y alevosía. Y sobre todo el comportamiento de sus protagonistas. Peter Lorre en M y Robert Hossein en El asesino de Düssedorf. Ambos personajes están dotados de un barniz perverso y maligno a través de sus miradas (la de Lorre es inmejorable) pero que Robert Hossein, que también es el director de El asesino, mejora muy notablemente sin contar con los ojos expresivos de Lorre.

Configurando un personaje a través de caídas de ojos y posturas corporales, sus diálogos son escasos y escuetos, transmite una desconfianza que pocos más habrán conseguido. Adoptando posiciones del cine mudo heredadas sin duda de Keaton y Chaplin consigue comunicar el desequilibrio que se encuentra en lo más profundo de su alma. En esta escena se muestra exactamente lo que quiero decir:

Excesivamente inquietante y perturbadora cada vez que él aparece en pantalla nos sobrecoge una sensación de desamparo y maldad a través de una impasibilidad que pocas veces se consigue en la gran pantalla.

Os recomiendo las dos películas, pero sin duda no os perdáis El asesino de Düsseldorf, dirigida e interpretada por Robert Hossein. La segunda parte, veinticinco años después es mejor que la primera.


Barrio. Ladislao Vajda. 1947.

Una interesante mezcla de cine policial más social. Ladislao Vajda no era un director que se prodigara mucho en el género negro, si exceptuamos la genial El cebo que rodaría once años después que Barrio.

Siempre se ha resaltado la gran influencia del expresionismo alemán y de Fritz Lang en su cine, esta película es un claro ejemplo con planos muy buscados, expresivos y una utilización de la luz que consigue que sean las sombras las que hablen y generen la atmósfera y estética que hicieron célebre el género.

En un mísero barrio se produce el asesinato de un vecino cobrador de facturas, desde el primer momento se sospecha del chulito del barrio (el Señorito) y de su novia, la cabaretera portuguesa (Ninon) sometida a sus influjos y de la que está enamorado don César uno de los más respetados y bien situados vecinos del barrio. Para descubrir al culpable se cuenta con el comisario Castro, listo como una zorra y al mismo tiempo con un corazón de oro. Exigencias del guión.

Jugando con la censura. Barrio, #cinenegro español de Ladislao Vajda . 1947.

En cuanto a la trama, no olvidemos que nos encontramos en poca franquista, donde no se podía tolerar que determinadas actitudes e ideas se difundieran libremente. La policía debía de mostrarse como inteligente, implacable y honrada, y el delincuente debía recibir su castigo. Quizá para exorcizar la censura, Vajda incluyó alguna escena que, personalmente, creo que podría haberse ahorrado, pero que al mismo tiempo pone de manifiesto una mentalidad bastante común o se intentaba que fuera común en la postguerra civil, culpabilizar al pobre por el mero hecho de serlo:

Sin embargo, Vajda, al igual que harían otros directores de la época daban a la censura con una mano lo que le quitaban con la otra. Así aprovechó para mostrar la pobreza o más bien miseria en que se encontraba la población tras la guerra civil. Para ello utiliza el barrio, al que describe con toda su crudeza. Me puedo imaginar la trama perfectamente entre decorados de ambiente lujoso hollywoodiense, pero es aquí donde la historia es más efectiva.

Entre el elenco podemos encontrar a Manolo Morán, que interpreta al comisario Castro al que el papel, dada su campechanía y locuacidad, le viene que ni pintado. Le acompañan además de Milú, Guillermo Marín y Fernando Nogueras, como Don César y el Señorito respectivamente.

También encontramos en el reparto a actrices que pasarían a la historia del cine y el teatro como las hermanas Caba Alba (Irene y Julia) e Irene Gutiérrez Caba, hija y sobrina de las anteriores, pertenecientes a una saga de actores que llega hasta nuestros días.

Otro pequeño fotograma de la historia del cine.

El desentierro. Nacho Ruipérez. Cine. 2018

Volvemos a estar de enhorabuena con el cine español. Una nueva patada en la boca para aquellos que renuncian de nuestro cine con argumentos foráneos y extratemporales.

Sí, se puede decir que aquí hacemos buen cine. Igual que en otro artículo confirmaba con Arde Madrid que el mundo de las series tenía nuevas vías de exploración. Con El desentierro, confirmamos que, si bien no abre exactamente una nueva vía, si que aprovecha los caminos abiertos por cintas como La isla mínima, de Alberto Rodríguez, o Cien años de perdón  de Daniel Calparsoro, para seguir con él, elevando al cine español a un estilo propio de temáticas propias.

Nacho Ruipérez, después de participar en diferentes ocupaciones cinematográficas en historias con menos repercusión mediática, se presenta con El desentierro como un nuevo director que se suma a esta nueva corriente, de calidad, aprovechando para ello tanto las historias que este país, en su deriva económica, ha producido en cuantía como el medio fotográfico y paisajístico que nuestro país ofrece. En este caso mi querida Albufera.

Nada de un intento de fomentar valores patrios facilones, sino simplemente utilizando aquello que está a su mano, mirando a nuestro alrededor, a nuestras gentes, nuestras situaciones, nuestros paisajes. Este punto ha calado especialmente. La isla mínima ya halló medios naturales como las llanuras marismeñas del Guadalquivir para desarrollar su historia y El desentierro continúa con los arrozales y las marjales del Parque Natural de la Albufera, que al igual que aquella transmite el aislamiento, la soledad existentes a través de lugares, utilizándolos para apoyar mediante imágenes, sentimientos esenciales de sus personajes, la supervivencia, el deseo de mejorar en un mundo difícil, la dureza de la sociedad, aunque la ética no forme parte de ella.

Mención aparte en este aspecto tiene Cien años de perdón, totalmente urbana y apegada a propósitos políticos de altos vuelos. Con la que también comparte medios.

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Porque no sólo de fotografía vive el hombre, aunque tratándose del cine no se puede desdeñar que la imagen es una de las herramientas principal de los realizadores cinematográficos como medio principal de expresión. La historia se reclama como esqueleto sobre el que proyectar esa muestra de imágenes consecuente, que baila con la historia en un perfecto vals.

En este aspecto, se produce un giro divergente con La isla mínima para confluir con Cien años de perdónEl desentierro se separa de aquella en la historia presentada. Ya no se trata de consecuencias de la tribalidad de esquemas sociales más o menos caciquiles para adentrarse en el tema de intereses y codicias de la clase dirigente, políticamente arrimada para destapar, nuevamente, bajos instintos como la avaricia. Pero no se queda únicamente ahí. Introduce como novedad respecto a estas dos el tema del valor supremo del amor y cuantas villanías y locuras se es capaz de hacer en su nombre.

Creo que con este título podemos considerar que tenemos una trilogía a partir de la cual, los directores tienen puntos de referencia y sendas marcadas tanto en cuanto a la consecución de una imagen común como el de historias que van ampliando cada vez más sus posibilidades indagatorias. Nacho Ruipérez lleva este camino.

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Disfrutad del cine actual español. Esperemos que nos lleguen muchas más propuestas como éstas.

Tráiler oficial:

FICHA TÉCNICA:

Título original: El desentierro.

Año: 2018.

Duración: 108 min.

País: EspañaDirección: Nacho Ruipérez.

Guión: Mario Fernandez Alonso, Nacho Ruipérez

Música: Arnau Bataller

Fotografía: Javier Salmones

Reparto: Leonardo Sbaraglia, Michel Noher, Jan Cornet, Francesc Garrido, Jelena Jovanoa, Ana Torrent, Jordi Rebellón, Arben Bajraktaraj, Nesrin Cavadzade.

Productora: El Desentierro AIE / Abordar / Aleph Media / Televisión Española (TVE)

El extraño viaje. Fernando Fernán Gómez. 1964.

el_extrano_viaje_todo_negro_josevi_blender_1Un extraño viaje, en un extraño lugar, con un extraño suceso, con extraños personajes y con extraño final.

Todo en ello es extraño. No es de las primeras películas de un extraño Fernando Fernán Gómez.

No sé si llevado por el interés de trasportar al cine español de los sesenta aventuras que se realizaban en el cine negro de otros países como la coetánea Hush… Hush, Sweet Charlotte, ambas con el personaje de una extraña mujer como protagonista principal, o si de la inclinación de intentar modernizar un cine, en general de pandereta, que se realizaba hasta el momento en España, asistimos a esta creación que tiene unas peculiaridades propias del lugar y el momento.

En un entorno rural, del ruralismo de postguerra, de analfabetismo, bailes de pueblo, de vino de tijana y de insalvables prejuicios morales y gran atraso social, Ignacia, la hermana mayor, con altos vuelos y ocultos deseos humanos, de Paquita y Venancio, intenta vender la casa familiar para disfrutar de soñados destinos y vidas licenciosas. Pero se interpone el azar y todo se tuerce. En una historia aparentemente de simple planteamiento y resolución intervienen otros personajes como el de Fernando (Carlos Larragaña) que tienen muchas palabras que decir y hechos que ocultar.

Se nota la mano de Berlanga, que ya había indagado por los derroteros de El verdugo, sigue manteniendo objetivos y propone nuevamente su particular visión, mediocómica mediotráfica de la sociedad de una época atrasada, rústica e ignorante.

Sin embargo la trama en general adolece de una historia continua, enlazada y donde es bastante difícil conjugar una trama noir en un entorno donde prevalece las peculiaridades de la vida rural, cotilleo, crítica doméstica, en una España de los cincuenta que no podía permitirse el lujo de discurrir sobre asuntos más profundos, sentimentales y trascendentes que el chusco de pan, el vino, las mozas del pueblo, el alcalde y la Guardia Civil.

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Una buena manera de conocer nuestro cine. En un lugar y en un momento dados.

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Usted puede ser un asesino. 1961

Comedia negra aunque no mucho, a decir verdad, de ninguna de las dos cosas, donde se combina una intriga más o menos criminal con múltiples elementos de la comedia de situación.De poco recorrido, esta película nos sirve, más que nada, para vislumbrar los intentos del cine por sacudirse el folclore imperante en los 50.

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Tras una película como «091 Policia al habla», rodada un año antes y con la que logra un cierto acercamiento serio al género negro, con «Usted puede ser un asesino» se vislumbra lo que sería uno de las grandes películas de su director José María Forque, la gran «Atraco a las tres».

Basada en una obra de teatro de Alfonso Paso, el gracejo español de los protagonistas, se encontrará presente en las comedias españolas de la década a través de tres de sus protagonistas: Alberto Closas, José Luis López Vázquez y Amparo Soler Leal con títulos como «La Gran Familia», «Tres de la Cruz Roja» o «Las que tienen que servir».

Es de destacar una de las escenas finales en un escenario repleto de maniquíes donde el asesino se viene abajo de gran fuerza dramática sin diálogos, digna del mismísimo Hitchcock.

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Sinopsis:  Tras enviar a sus esposas a un chalet de la sierra, dos amigos planean un fin de semana de juerga 4. Usted puede ser un asesinocon dos señoritas de “vida alegre”. La situación se complica cuando empiezan a aparecer cadáveres en el salón de la casa; por otra parte, las esposas, a mitad de camino, se dan cuenta de que han olvidado en casa las llaves del chalet y no tienen más remedio que volver para recogerlas.

Ficha técnica de Filmafinity

Dirección: José María Forqué

Reparto: Alberto Closas, Amparo Soler Leal, José Luis López Vázquez, José Luis Pellicena, Julia Gutiérrez Caba y Pedro Porcel

Año: 1961. Blanco y Negro

Guión: Antonio Vich, José María Forqué y Vicente Coello

Fotografía: Juan Mariné

Música: Augusto Algueró