
Cuando el género negro está remitiendo, cuando el exceso de oferta de ficción sobrepasa la demanda, tal y como reconocen los entendidos, es en este justo momento cuando las editoriales empiezan a publicar títulos que abarcan la no ficción noir, la divulgación de casos reales, vaya.
Esta apuesta, de nuevas historias, de nuevas perspectivas a través de la no ficción, con el plus de veracidad que conlleva, como si de nuevo sabor se tratase, nos ofrecen un nuevo producto de consumo para las masas deseosas de digerir más y más noir ….Y es que El Caso tenía su aquel…. y su ahora. Ya se sabe, la realidad supera a la ficción.
Las editoriales RBA y Al Revés empiezan a dar buena cuenta de ello. Quizá consideren que es hora de beber directamente de las fuentes de inspiración.

Y como adelanto a la edición española de Reikiavik Confessions, próximo título para 2019, que abrirá una nueva colección dedicada al «true crime» de RBA, se me ocurrió ver el documental Out on thin air, relacionado con el crimen, basado en la historia de la desaparición de dos ciudadanos en la pacífica Islandia, un caso que conmocionó durante la década de los 70 y 80 a la candorosa sociedad islandesa que confiaba, hasta ese momento, en su policía y su justicia. Un caso aún sin resolver.
Out of this air, desarrolla el caso criminal de mayor repercusión mediática del siglo XX en Islandia, la tierra de la baja delincuencia. Se trata de la desaparición de dos ciudadanos islandeses, Guðmundur Einarsson y Geirfinnur Einarsson, en principio sin relación entre ellos, sin antecedentes y sin aparente explicación.

Este documental narra la investigación de una periodista, para intentar dilucidad como sucedieron los hechos, las detenciones, las declaraciones, los interrogatorios, el juicio y la posterior condena de los principales encausados.
Pero no se trata de un documental más, donde se constatan sucesos. El verdadero interés del documental reside en la indagación en los heterodoxos métodos que emplearon las autoridades para dar respuesta a presión que la sociedad y medios de comunicación islandeses ejercían sobre ellos. Y parece ser que estos no fueron novedosos ni tampoco ni ética ni legalmente aceptables.

La periodista constata la utilización de unos métodos de manipulación psicológica que consiguió influir en los recuerdos de los acusados para que reconocieran hechos de los que ni siquiera estaban seguros que se hubieran producido o en los que ni siquiera participaron. Parece ser que lograron, a través de horas de interrogatorios combinados con privación del sueño y semanas de aislamiento, una confusión en los recuerdos de los acusados dignos de las más eficaces tácticas de adulteración de la percepción, con la única finalidad de encontrar culpables. Un trabajo muy fino.
Podéis verlo en Netflix. No tiene desperdicio.