Para finalizar el año, lo mejor que he leído hasta ahora, Laidlaw. Un duro golpe en el estómago desde la crudeza y la especial moralidad de tierras escocesas donde el aroma del whisky y antros ancestrales acompaña las tardes lluviosas. Un tartan en toda regla, barra de medir de la denominación de origen del subgénero.
Jack Laidlaw es un inspector, cercano a los cuarenta, muy enraizado a su terruño con reflexiones sobre su medio natural desencantadas:
Lector de Kierkegaard, Camus y Unamuno «como si fueran una provisión encubierta de alcohol», su mujer piensa de él que «era como si su carrera como boxeador aficionado se hubiera extendido a su vida social, si bien no en el plano físico».
La trama de la novela gira en torno a la investigación de la violación y asesinato de una adolescente, cuyo cuerpo aparece en un parque público. Incurso en ella, Laidlaw recibe la ayuda del detective Harkness, su contrapunto holmesiano, con un tratamiento de las interrelaciones diferentes en cuanto a la forma, pero en el fondo con su mismo sentido doctrinal y existencial. Deben encontrar al asesino antes que el padre de la víctima para evitar que este se tome la justicia por su mano, en una actitud extrañamente comprensible para todos los implicados en el asunto.
Un viaje a través de Glasgow y sus zonas especialmente obreras y conflictivas, la mayoría de las veces en autobús, nos muestra una ciudad alejada de posibles contaminaciones de la industria turística.
Por ella transcurren hampones consentidos dueños de vidas y destinos, barrios del extrarradio de instintos primarios, donde la violencia es el arma preferida. No sólo es dura sino también triste, sin esperanza de vida. Personajes que dejan con una verdadera lágrima a punto.
Una lectura que destila humanidad en todas sus páginas, en todas ellas te encontrarás algo que te haga detenerte a saborear y considerar el muestrario de pensamientos y sensaciones que emana.
Novela premiada con el premio Silver Dagger, inició una trilogía del inspector Laidlaw formada por, además, «Extrañas lealtades» de 1991 y «Los papeles de Tony Veitch» de 1995.
Los comentarios avivan el alma. Deja el tuyo.
Me la apunto.
Gracias.
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No te defraudará si buscas un genuino noir. Gracias por pasarte. Un saludo.
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