Nada haría sospechar a Frank lo que le deparaba el destino cuando paró en aquel chiringuito de comidas de esa carretera perdida de California. Necesitaban un empleado y él, empleo. Twin Oaks lo regentan Nick y Cora, matrimonio un tanto impostado y anacrónico, fruto de las necesidades materiales en esta época. Cora desea escapar de un marido viejo y vulgar, oportuno, que no le ofrece ninguna expectativa de futuro. Frank pierde la cabeza ante la espectacular belleza de Cora.
Las posturas de los personajes, un tanto toscos y primitivos, enraíza en el fundamento social de la película. Una manera de entender los principios vitales de las personas que hicieron frente a la difícil situación social de la América que sufría los estragos de la crisis del 29 y la miseria económica y moral que conllevó.
Dos formas diferentes de enfrentarse a esta vida, la de Nick, conformista constructivo a la espera de tiempos mejores, dichado de bondad e inocencia cuyas preocupaciones son las facturas de su bufé, y las de Frank y Cora.
Frank, un buscavidas, presa del amor, que actúa por el corazón más que por la razón y la de Cora, una Turner, bella como nunca, con su uniforme blanco y su cabello platino romántico, mujer fatal con la que hasta yo cometería insensateces, ambos (Frank y Cora, claro) deseosos de conseguir una vida que se perseguía el positivismo que les vendían desde los poderes establecidos. Aquello de «lucha por lo que quieras», de aprovechar las oportunidades que se presenten, sean de la clase que sean. El fin justifica los medios.
Poco a poco, nosotros y ellos nos vamos viendo arrastrados por un torbellino que resulta cada vez más opresivo, donde un paso lleva al siguiente y a otro, y a otro, cada vez con peores augurios y con desenlace fatal, que no os voy a desvelar, claro, pero que estimo comos uno de los más melodramáticos finales del cine donde el amor triunfa a través de la tragedia.
Volvemos al tema recurrente de las novelas de James M. Cain donde la mujer fatal, entendida ésta como la que utiliza cualquier medio a su alcance para conseguir sus propósitos, punto discutible, convence a un amado, pretendiente o bobo aspirante, para que cometa el crimen que la libere de los obstáculos que frenan sus objetivos. Se plantean los vaivenes de unos protagonistas, que oscilan entre la integridad moral y sus deseos ¿Justificas a Frank?
Históricamente, el levantamiento de la cesura y prohibición llevada a cabo por la oficina Hays sobre esta película desde 1937 permite que la Metro Goldwyn Mayer ponga en marcha el proyecto, abandonado dos años antes. En realidad, ésta es la tercera versión de la obra que se llevaba a las pantallas tras los trabajos anteriores, realizados en Europa, de Pierre Chenal — Le Dernier tournant (1939)— y de Luchino Visconti — Obsesión (Ossessione, 1942)— , y la primera que, a sus estelas, utilizaba el título original de la novela en las pantallas, ofreciendo, además, como reclamo publicitario en los carteles anunciadores, el nombre del escritor.
Esta novela tuvo varias versiones. Lástima que una de las más recordadas sea El cartero siempre llama dos veces, de Bob Rafelson en 1981, por las tórridas escenas sexuales de Nicholson y Lange, vocación remakera del cine de los 80, intentando adaptar guiones que, gracias a la superación de la moralidad de los 30, recluyó la trama de la película a la simpleza del castigo por una acción criminal, dejando en la superficie la profundidad de una grandiosa novela y de las verdaderas intenciones comunicativas del gran Cain.
Película con muchas tonalidades, matices, gradaciones y posiciones morales. Para discutir hasta morir.
Muy buena reseña, vi la película de Nicholson y estoy de acuerdo contigo, ahora solo viene a mi memoria la escena de la mesa de cocina, me quedé con la duda sobre el título. Ahora me interesa más leer el libro. Gracias por tu escrito. Un saludo
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Gracias MariaÉ, me alegro que te hayas pasado por Todo Negro. Yo creo que la escena de la cocina es de lo poco recordable si comparamos los matices…Un saludo.
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Leí el libro y vi la película, ésta y la de Jack Nicholson y Jassica Lange. Lo mejor, la novela. Sus matices y todo lo que no se cuenta, pero se intuye es de un interés notable. De todas formas, creo que la novela se basa en una anterior de Zola titulada «Therese Raquin» sobre la que, a su vez, se hizo una película estremecedora en 1953 con Simone Signoret y Raf Vallone. La dirigió Marcel Carné. Aunque me figuro que la conocerás.
Un artículo notable, Josevi. Un abrazo.
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No, no conozco la historia de Zola, ni la película de Carné. Sólo las dos del post, la francesa y la italiana, indagaré, me encanta la historia en minúscula del cine. Yo también me quedo con la novela. Gracias por pasarte Rosa.
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¡Turner y Garfield forever! La chica del suéter, en este papel, es la mujer fatal del cine negro trasladado a la América profunda. Me encanta la literatura americana y revivir estos momentos de cine con tus artículos.
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Gracias Txaro. Un clásico del cine y la literatura marcada por la crisis del 29. Un intento desesperado de salir adelante por la chica del suéter con aspiraciones.
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Excelente artículo, Josevi. El largometraje no lo he visto, pero la novela de Caín la devoré hace tiempo. Todos los ingredientes del género negro, con unos personajes llenos de sombras y aristas, abocados a un final del que no podrán escapar, como si de una tragedia griega se tratase.
Felicidades de nuevo.
Un abrazo, amigo.
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Gracias Marto, se me pasó tu comentario. Como si de una tragedia griega se tratase, si señor. A ver si leemos algo tuyo. Un relato? Cuando quieras. Un abrazo.
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